La innovación que realmente ha revolucionado la práctica de la FIV (Fertilización In Vitro) es conocida con el acrónimo ICSI (Inyección Intracitoplasmática de Espermatozoides).
Esta técnica consiste en inyectar un espermatozoide único directamente en el citoplasma del óvulo. Por lo tanto, la fecundación se produce de forma forzada, ya que el espermatozoide es llevado directamente al lugar donde debe llegar.
Ovocito y avances en las técnicas
Los trabajos que condujeron al desarrollo de esta técnica comenzaron a finales de los años 80, cuando los científicos empezaron a desarrollar y mejorar métodos de micromanipulación de los gametos.
Al principio, los investigadores no tenían mucha idea de cuántas manipulaciones podría soportar el óvulo. Las primeras pruebas se realizaron con cautela y se mantuvieron fuera de la valiosa célula reproductora.
La primera técnica implementada fue la PZD (Perforación Parcial de la Zona), que consistía en abrir una pequeña brecha en la zona pelúcida de manera mecánica o química.
Se dio un paso más con la técnica SUZI (Inserción Subzonal), en la que algunos espermatozoides se introducían directamente debajo de la zona pelúcida, en contacto con la membrana plasmática.
La primera ICSI fue el resultado de una acción fortuita de un joven médico italiano. Giancarlo Palermo había llegado al Centro de Medicina Reproductiva de la Universidad Libre de Bruselas para completar su formación. En 1991, durante un intento de SUZI, accidentalmente perforó la membrana plasmática de un ovocito e inyectó un espermatozoide en el citoplasma.
Tras lograr cuatro embarazos exitosos con este método, Palermo y sus colegas publicaron en julio de 1992 un artículo fundamental, y la nueva técnica fue bautizada como ICSI.
Las ventajas de esta nueva técnica radican en la tasa de fecundación mucho más alta. El anuncio de esta nueva técnica fue inicialmente recibido con desconfianza por la comunidad científica.
Actualmente, la ICSI se practica en Francia en todos los centros de AMP (Asistencia Médica a la Procreación). Esta técnica está especialmente indicada en situaciones donde es difícil obtener del compañero masculino una cantidad suficiente y de calidad de espermatozoides.
Se trata de una intervención muy delicada, incluso para manos altamente experimentadas.
La diferencia con una FIV clásica se da en el momento del proceso de fecundación.
En la ICSI, se inyecta directamente un espermatozoide único en cada ovocito. Esta microinyección se realiza bajo un microscopio extremadamente potente, utilizando un dispositivo de alta precisión (dos micromanipuladores). Estos micromanipuladores son en realidad dos finas agujas de vidrio (micropipetas) que reproducen los movimientos del laboratorio a escala celular.
La primera micropipeta es la de contención (por aspiración), cuya función es mantener firmemente el ovocito durante la inyección.
La segunda es la micropipeta de inyección, que inmoviliza el espermatozoide presionando su flagelo, luego lo aspira y, en una segunda fase, lo inyecta con mucho cuidado en el interior del ovocito.
La selección del espermatozoide se basa en varios criterios, siendo los más importantes su motilidad y su morfología.
La IMSI
La IMSI (Inyección Aumentada de Espermatozoides) es una variante de la ICSI que apareció hace algunos años. El principio de la fecundación es el mismo, pero la diferencia radica en el aumento del poder de magnificación del microscopio: la IMSI utiliza un aumento de hasta 10,000 veces, frente a los 2,000 a 4,000 veces que se emplean en la ICSI. Con este nivel de magnificación, es posible observar algunas estructuras de la cabeza del espermatozoide que no son visibles con el aumento habitual de la ICSI.
Por ejemplo, la estructura de la cabeza del espermatozoide: si presenta vacuolas (pequeños cráteres), esto sugiere que la fragmentación del ADN del esperma podría ser demasiado alta para permitir que se desarrolle un embrión viable a término.
Según los últimos estudios publicados, esta técnica parece aumentar la tasa de implantación y reducir la tasa de abortos espontáneos.
La IMSI está recomendada en casos de alteración significativa del esperma, especialmente cuando se observa una alta tasa de fragmentación del ADN (superior al 30%) y un test preliminar (pre-IMSI) revela una gran cantidad de formas atípicas. Esta técnica no se utiliza en todos los centros, y el sobrecosto (aproximadamente 250 euros) no está cubierto por la seguridad social.
Las primeras clínicas que han comenzado a utilizar estas técnicas de forma rutinaria están obteniendo resultados prometedores
El término « SICSI » (Inyección Intracitoplasmática de Espermatozoides con Puntuación) también se aplica a esta técnica: (Scored Intra Cytoplasmic Sperm Injection).
Los espermatozoides se analizan uno por uno, y se les asigna una puntuación según varios tipos de anomalías. Solo los espermatozoides con una puntuación alta son seleccionados para ser microinyectados.
Las cuestiones planteadas por la ICSI
La ICSI ha permitido resolver ciertos problemas de infertilidad que hasta ese momento no tenían solución. Sin embargo, al tratarse de una técnica reciente, aún carecemos de suficiente experiencia para evaluar todos sus beneficios… y los posibles inconvenientes.
Dado que mejora la tasa de fecundación, algunos recurren a ella de manera precipitada, proponiéndola como primera opción incluso cuando los parámetros espermáticos son normales.
¿No tendría este tipo de «forzamiento» de la naturaleza consecuencias perjudiciales para la salud de los niños? Por el momento, los médicos no pueden dar una respuesta clara a esta pregunta. Los estudios sobre este tema aún son insuficientes y generan diversas interpretaciones.
¿Un niño nacido por ICSI será también estéril y necesitará recurrir a esta técnica en el futuro?
Más información está disponible en la sección sobre los efectos a largo plazo.
ESTUDIO (JULIO DE 2016): NO ES NECESARIA LA ICSI SI LA EDAD DE LA MADRE ES AVANZADA Y NO HAY FACTOR DE ESTERILIDAD MASCULINA
El uso de la inyección intracitoplasmática de espermatozoides (ICSI) en ausencia de un factor de esterilidad masculina no aporta ningún beneficio respecto a la fertilización in vitro (FIV) clásica en mujeres mayores de 40 años, según un estudio canadiense presentado el martes en el congreso de la European Society for Human Reproduction and Embryology(ESHRE) en Helsinki.
La ICSI se utiliza ampliamente en los tratamientos de asistencia médica a la procreación (AMP), más allá de su indicación original para la esterilidad de origen masculino. En Francia, en 2013, se realizaron el doble de ciclos de ICSI que de FIV, según el último informe de la Agence de la biomédecine (ABM), aunque las indicaciones masculinas son mucho menos frecuentes. Esta tendencia se observa en la mayoría de los países desarrollados.
La eficacia de esta técnica se ha establecido para la esterilidad de origen masculino, pero no se ha estudiado lo suficiente en otros contextos, recuerdan A. Gilman del MUHC Reproductive Centre de Montreal y sus colegas. Ningún estudio, en particular, ha evaluado los beneficios de la ICSI en casos de edad materna avanzada cuando los parámetros espermáticos son normales, señalan.
Estudiaron una cohorte retrospectiva de 720 pacientes de entre 40 y 43 años, sin factor de infertilidad masculina, que llevaban al menos un año de esterilidad primaria o secundaria. De ellas, 229 se sometieron a una FIV clásica y 491 a una ICSI.
Los índices de embarazo fueron comparables en ambos grupos: 24,6% con ICSI y 29,7% con FIV, al igual que las tasas de nacimiento vivo (10,2% frente a 11,9%), después de ajustar por factores de confusión.
El número de ovocitos maduros recogidos fue significativamente más alto en el grupo de FIV (6,1 frente a 5,1), y se obtuvieron más blastocistos después de la FIV. El día de la transferencia (3,5 frente a 3,3) y el número de intentos previos (0,65 frente a 1,1) fueron significativamente diferentes.
Por otro lado, las tasas de fracaso de fecundación (4% en FIV y 3% en ICSI) no fueron significativamente diferentes.
«Este estudio sugiere que la ICSI no mejora las probabilidades de embarazo ni las tasas de fecundación. La FIV clásica mejora la tasa de formación de blastocistos, lo que podría aportar un beneficio», comentan los autores. Concluyen que estos resultados no respaldan el uso de la ICSI en mujeres de 40 a 43 años cuando los parámetros espermáticos son normales.