Ovodonación y transmisión del patrimonio genético

Cuando llega un bebé, una de las primeras preguntas que surgen es: «¿A quién se parece?». La semejanza entre padres e hijos es un tema recurrente en todas las familias. En el caso de un tratamiento de reproducción asistida con donación de óvulos o esperma, es normal preguntarse sobre la apariencia física y los rasgos heredados.

Si bien es cierto que en estos tratamientos el niño no hereda el ADN de ambos padres, esto no significa que no haya ningún tipo de conexión genética ni que la semejanza con los padres desaparezca por completo.

El patrimonio genético sigue presente

Cuando solo un miembro de la pareja tiene problemas de fertilidad, el otro sigue aportando su material genético, lo que garantiza una conexión biológica con el bebé.

  • En parejas de mujeres, se necesita un donante de esperma, pero una de ellas aporta sus óvulos, asegurando así su herencia genética.
  • En parejas de hombres, se necesita una donante de óvulos y una gestante subrogada (un proceso no permitido en algunos países como Francia). En este caso, al menos uno de los dos padres puede aportar su material genético.
  • En el caso de personas solteras que desean ser madres o padres, el niño hereda el ADN de su progenitor biológico y de la persona donante anónima.

Además, es importante recordar que la genética es compleja. No siempre un hijo biológico se parece a sus padres. En muchas familias, los niños heredan rasgos de sus abuelos, tíos o primos. Lo mismo puede ocurrir en un embarazo por donación de óvulos o esperma: la semejanza no está determinada únicamente por la genética directa.

Más allá del ADN: otros factores que refuerzan la conexión entre padres e hijos

Aun cuando uno de los padres no aporta su material genético, la relación con el hijo no se basa solo en la biología. Hay varios factores que influyen en la conexión y la semejanza entre ellos:

  • Selección del donante basada en el parecido físico
    Las clínicas de reproducción asistida y los bancos de gametos eligen a los donantes teniendo en cuenta características físicas como la complexión, el color de ojos, el cabello y la altura, asegurando la mayor compatibilidad fenotípica posible con los futuros padres.
  • Influencia del embarazo en la expresión genética del bebé
    El entorno uterino tiene un impacto en cómo se expresan los genes del embrión. Durante el embarazo, la madre gestante interactúa biológicamente con el bebé, influyendo en qué genes se activan o se desactivan, un fenómeno conocido como epigenética. Esto significa que la mujer que lleva al bebé en su vientre contribuye de manera única a su desarrollo, incluso si el óvulo proviene de una donante.
  • Vínculo emocional y físico durante el embarazo

El embarazo crea una conexión profunda entre la madre gestante y el bebé. Desde el primer latido del corazón hasta los movimientos en el vientre, la madre influye en su desarrollo y bienestar de manera directa.

  • La crianza y el entorno moldean la identidad del niño
    Más allá de la genética, los niños crecen absorbiendo los gestos, la forma de hablar, los valores y el carácter de sus padres. La influencia del entorno es tan determinante que, como ocurre en la adopción, el vínculo entre padres e hijos se construye a través del amor, la convivencia y la educación, no solo a través del ADN.

La transmisión de rasgos y la conexión entre padres e hijos no dependen únicamente del material genético. Un niño concebido mediante donación de óvulos o esperma puede parecerse a sus padres tanto como cualquier otro niño nacido de manera natural. La genética es solo una parte de la ecuación: la epigenética, el embarazo, la crianza y el amor son factores igual de importantes en la formación del vínculo familiar.

Mantente en contacto

Mantente en contacto